Nota del autor

Son varias las razones por las cuales he decidido transcribir los casos de Atilio Kantor en forma gráfica. En primer lugar, la historieta es una forma de relatar a la cual me he venido acostumbrando y confío en que la inmediatez de ese medio contribuya a la mejor comprensión de los eventos que deben ser contados. La segunda razón es, tal vez, la presunción de que se trata de un formato que, por haber rara vez sido utilizado con fines documentales, me da el beneficio de la ambigüedad.

La idea puede parecer extraña, pero ingenuamente espero que, frente a la misma extrañeza de los hechos, ante lo absolutamente inverosímil de lo que me dispongo a relatar, y de cara mi propia duda de su veracidad, sea el lector indulgente con mi falta de rigor documental si le presento los hechos desglosados en viñetas.

Vale aclarar que en más de una ocasión, en sus propias crónicas, Kantor solía entretenerse (tal vez demasiado) en extensas disquisiciones epistemológicas, justificadas claro está si se tiene en cuenta su intento por separar lo real y comprobable de lo fantástico o legendario. Si bien he decidido mantener algunos de esos minuciosos análisis en mi relato - dentro de los límites impuestos por mi propia ignorancia en estos temas-, en más de una ocasión he optado por simplificarlos, tal vez excesivamente, esperando de esa forma garantizar el ritmo de la narración.

Atilio Kantor escribía apasionadamente, intuyo que prácticamanente sin correcciones. Su musa era la Urgencia. Es así que en ciertas oportunidades su crónica se oscurece. El autor parece olvidar por momentos que su impulso inicial es registrar un testimonio, y su blog se convierte en un diario íntimo, salpicado de referencias personales y ajenas al lector. Quien persista en la lectura de estas páginas será entoces aquel capaz de perdonar, por un lado, la propia subjetividad de Kantor y, sumadas a ella, mis inevitables imprecisiones.

Gabriel Bianchini

gabrielbianchini@gmail.com

*Gabriel Bianchini es historietista e ilustrador.